lunes, 14 de octubre de 2013

Noches de Conversión


Noches de Conversión


Hoy os quería hablar de cierto fenómeno que ocurre algunas noches entre jóvenes y no tan jóvenes, pero que sobre todo, debería ocurrir más a menudo.

Hablo de esas tardes noches, que uno llega a casa después de clase, del trabajo o de quedar con su respectiva pareja; y tras esa ultima clase, esa ultima hora de curro o esa discusión de pareja, se tira en el sofá, como si esa vagancia de marmota que a todos nos encanta fuese a resolver por si solo todos lo problemas. En ese momento, uno piensa que una grúa con quince obreros de los años 30 no seria capaz de levantarlo,

                         

                  


y lo único que le apetece es fumarse un cigarro, tomarse una cerveza y escuchar un buen clásico de Sidney Bechet o de Django Reinhart.

                     


En ese momento, aquel amigo que tras 5 meses sin saber de él te manda un mensaje en el que sólo dice: “Tu! Una cerve?” Lo primero que uno piensa es “que pereza” porque te digan lo que te digan dirás “que pereza”. Pero ese amigo que por eso es tu amigo, y por eso se dice que lo amigos de verdad se cuentan con los dedos de una mano, sabe que tres frases tiene que decirte para convencerte de levantarte y de que si hay una causa en este mundo por la que levantarse, y esa razón son “los colegas”.

Una vez salido ya de casa y habiendo dicho “volveré pronto” es cuando la noche descubre su lado más ameno y hospitalario, y poco a poco según se vacían los vasos, el liquido en su interior se va convirtiendo y pasando del amarillo gaseoso de la cerveza y cierto color transparente que según la iluminación del local le añade un toque azul de tónica. De esta manera, la tristeza, la amargura y sobre todo la pereza se van convirtiendo en risa, tontería y borrachera, sobretodo borrachera.

Y es que los buenos amigos, son aquellos que te levantan cuando tropiezas y te ponen la zancadilla cuando llevas tiempo sin tropezar, son aquellos que no escuchan los lloriqueos y pamplinas al igual que harías tu, vamos, son aquellos que le ayudan a uno a mudarse de la calle melancolía al barrio de la alegría. Por esta razón las llamo noches de conversión.




Porque del “vuelvo pronto que hoy no salgo” al..” de noche la de ayer, no me acuerdo de la mitad” hay muy poco, pero no siempre cogemos el tranvía adecuado que nos lleve al Spleen de la diversión. Todo esta en la compañía, y el licor que elijamos (o nos elijan), que sea de vino, poesía o de virtud (Baudelaire) pero siempre, con actitud. 

         

      Vividor Empedernido & Cia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario