Noches de Conversión
Hoy os
quería hablar de cierto fenómeno que ocurre algunas noches entre jóvenes y no
tan jóvenes, pero que sobre todo, debería ocurrir más a menudo.
Hablo de
esas tardes noches, que uno llega a casa después de clase, del trabajo o de
quedar con su respectiva pareja; y tras esa ultima clase, esa ultima hora de
curro o esa discusión de pareja, se tira en el sofá, como si esa vagancia de
marmota que a todos nos encanta fuese a resolver por si solo todos lo
problemas. En ese momento, uno piensa que una grúa con quince obreros de los
años 30 no seria capaz de levantarlo,
y lo único
que le apetece es fumarse un cigarro, tomarse una cerveza y escuchar un buen
clásico de Sidney Bechet o de Django Reinhart.
En ese
momento, aquel amigo que tras 5 meses sin saber de él te manda un mensaje en el
que sólo dice: “Tu! Una cerve?” Lo primero que uno piensa es “que pereza” porque
te digan lo que te digan dirás “que pereza”. Pero ese amigo que por eso es tu
amigo, y por eso se dice que lo amigos de verdad se cuentan con los dedos de
una mano, sabe que tres frases tiene que decirte para convencerte de levantarte
y de que si hay una causa en este mundo por la que levantarse, y esa razón son
“los colegas”.
Una vez
salido ya de casa y habiendo dicho “volveré pronto” es cuando la noche descubre
su lado más ameno y hospitalario, y poco a poco según se vacían los vasos, el
liquido en su interior se va convirtiendo y pasando del amarillo gaseoso de la
cerveza y cierto color transparente que según la iluminación del local le añade
un toque azul de tónica. De esta manera, la tristeza, la amargura y sobre todo
la pereza se van convirtiendo en risa, tontería y borrachera, sobretodo
borrachera.
Y es que los
buenos amigos, son aquellos que te levantan cuando tropiezas y te ponen la
zancadilla cuando llevas tiempo sin tropezar, son aquellos que no escuchan los
lloriqueos y pamplinas al igual que harías tu, vamos, son aquellos que le
ayudan a uno a mudarse de la calle melancolía al barrio de la alegría. Por esta
razón las llamo noches de conversión.
Porque del
“vuelvo pronto que hoy no salgo” al..” de noche la de ayer, no me acuerdo de la
mitad” hay muy poco, pero no siempre cogemos el tranvía adecuado que nos lleve
al Spleen de la diversión. Todo esta
en la compañía, y el licor que elijamos (o nos elijan), que sea de vino, poesía o de virtud (Baudelaire)
pero siempre, con actitud.
Vividor Empedernido & Cia.