martes, 28 de octubre de 2014

A ti...


A ti, que me diste la vida y me dejaste ir,
A ti, que te esforzaste por no perder el contacto,
A ti, que me mantuviste cerca y me insististe en que volviese,
Pero me Tú, que me sigues sorprendiendo cada día,


A ti, que unes Roma con Santiago y el cielo con el infierno,
A ti, que sentaste a Dios y al diablo en tu regazo
A ti, que los haces malos y los haces buenos
Pero siempre, los haces diferentes.

A ti, que eres más bonita que ninguna.
A ti, que enamoras a todos y también a todas,
A ti, que permites que te descubran y te amen,
Pero siempre dejas algo por descubrir.

A ti, que la viste llegar y la dejaste marchar,
Sabiendo que algún día volvería...




A ti, que conviertes la noche más tonta en la más loca,
A ti, que conviertes cualquier rincón en un lugar mágico
A ti, que lees y eres leída, escuchas y eres escuchada,
Pero siempre acertando en el buen gusto.

A ti, que los unes y los separas, los inspiras y los matas,
A ti, que eres única e irrepetible
A ti, que te comería a versos,
Pero sobretodo a bocados.



A ti, que te acostaste con artistas y poetas,
con cantantes y toreros,
A ti, que fuiste y serás musa de todos ellos,
Pero nunca nos serás infiel.


A ti … Madrid.




miércoles, 25 de junio de 2014

Lo que ellas esconden

"La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?" Sigmund Freud

 Con estas palabras, el padre del psicoanálisis, resume a la perfección el acertijo con el que vive y muere todo hombre que se precie. “¿Qué quiere una mujer?” tengo la impresión de que nunca lo sabremos con absoluta certeza. Ellas darán pistas, nos acercaremos, nos convenceremos de que hemos acertado… pero nunca lo sabremos a ciencia cierta.


   Ya sean rubias, morenas, castañas o pelirrojas. Tengan los ojos del color que lo tengan, sean flacas, atléticas, finas, rellenas o gordas, da igual, ellas son así. Un día quieren una cosa, y al otro lo contrario. Un día buscan a su hombre y al otro prefieren estar solas. Supongo que eso es lo que tienen y eso es lo que nos hace enloquecer.  No me considero nada experto en la materia y por eso estoy dispuesto a indagar. Seguramente me pase toda la vida indagando y como Freud, nunca llegue a una conclusión certera, o no hacemos todos eso? Que tendrán ellas que nos hacen ser tan estúpidos, o diría mejor, tan “bobos”. Que tendrán ellas, que nos hacen hacer las mayores locuras, y nos llevan a carcomernos la cabeza simplemente para saber que quieren.



Groucho Marx, decía: “Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer… y detrás esta su esposa” y es que por mucho que nos duela en nuestro ego particular de Machomen, que sería de nosotros sin ellas? En un principio, la vida sería muchísimo mas sencilla. Pero, ¿valdría la pena?  No habría grandes hombres – según G. Marx – y para que engañarnos, por muy aficionados que seamos al futbol y a la cerveza, creo que deberíamos alimentar por muy poco que sea, el intelecto, o por lo menos darle uso a esa cabeza que Dios nos dio, para poder pensar “¿que querrán?”, ahora que lo pienso, no se si agradecérselo. Pero, ¿qué tendrán?
¿Que tendrán los momentos que pasamos con ellas, para que sean memorables, que nos lleven a querer repetir? ¿De que hablaremos para que sea el tiempo y no la voluntad quien finalice las eternas conversaciones por muy banal que sea el tema de conversación? ¿Qué tendrán, para que el sorbo de esa cerveza sepa distinto estando con Ella, que estando con tus colegas (aunque no sabría decir cual sabe mejor)?¿Que tendrán que hasta Hank Moody, vivirá toda su vida obcecado en aquella mujer que tuvo y nunca tendrá? ¿Qué tendrán para que nos gusten tanto, y las repudiemos tanto cuando nos llaman “amigo”? Cuando según Sabina: “la amistad es amor en grado sumo”, yo, ahí lo dejo…

 

    Te dirán que lo hiciste bien, que acertaste. Te sonreirán y te enamoraran. Te llamaran, te susurraran y te divertirán. Te darán la mejor mañana de sábado y la peor. La mejor noche de Domingo y la peor. Te volverán loco hasta que no dejes de pensar en ningún momento en Ella, o en Ellas… Harán que sin querer vayas cambiando, y te moldearan a su manera como barro que esculpes en preescolar. Te sentirás feliz, alegre; incluso más de lo que eras cuando eras libre y no dependías de nadie, probablemente mucho mas. Pero nunca sabrás lo que realmente quieren. Te quedarás con el premio de haberlas sacado de su día a día,  de su vida repetitiva en la que ellas decidían, de su ZONA DE CONFORT y te quedarás con el consuelo de que te haya elegido a ti y no a otro, pero nunca sabrás si es lo que quieren, esperemos que si…
           
Mujeres Fatal - Joaquin Sabina



Besos y abrazos a repartir,




Vividor Empedernido & Cia.

martes, 8 de abril de 2014

Esperando a un amigo


   Hoy he estado esperando a un amigo durante aproximadamente cuarenta minutos, luego me he fijado y han sido diez pero me han parecido cuarenta y he pensado en lo contrario.
El otro día, volví a quedar después de mucho tiempo, con viejos amigos del colegio, todos europeos. Hago el inciso sobre el echo de que sean europeos por lo siguiente. Como buenos europeos, quedamos a cenar sobre las ocho y media- vamos, casi se me junta con la merienda- naturalmente, a las 20:34 ya me estaban mandando mensajes preguntándome que donde estaba. No pensaban que me habría ocurrido nada, simplemente, son europeos… Yo como buen español, llegué a eso de las nueve y cuarto como quien dice nueve y media. De ninguna manera pudo faltar mi mensaje de “estoy de camino” recién salido de la ducha y el reloj apuntando a las nueve.
El caso es que en una cena de ocho, diez amigos que llevan tiempo sin verse el retraso no tiene mayor incidencia ya que no se queda una persona esperando sola y el entusiasmo y alegría que supone el volver a verse después de tanto tiempo supera de largo el momento incomodo de decir “perdón, llego tarde” como si nadie se hubiese dado cuenta. Pero cuando a uno le toca esperar sólo, siempre tiene que estar haciendo ALGO. Por ALGO me refiero, a fumarse un cigarro después de otro, o inventarse conversación telefónicas y por mensajes como si fuese algo malo el estar esperando, como si perdiésemos cierta dignidad por estar esperando, y es que creo que se ha perdido la elegancia del que espera.
Pensándolo bien, deberíamos aprovechar esos momentos de tranquilidad, de estar solos poder pensar en estudios, en trabajo, en chicas o en chicos, pensemos en una película en un libro, en una noche pasada o en una noche que esta por venir, pensemos en ella o en ellas, y no dejemos nunca de hacerlo o simplemente, no pensemos en nada y “abramos la nothing box” (no lo intentéis, vosotras mujeres, sois incapaces de no pensar en nada como lo demuestra Mark Gungor)

Disfrutemos pues, de las vistas, del sol o de la lluvia, de la primera y ultima calada de ese cigarrillo, del primer sorbo de una cerveza o del ultimo hielo de una copa. Disfrutemos solos de esos momentos que solo nosotros podemos disfrutar. Hasta que entonces, aparezca esa persona a la estaba esperando pero yo por dentro seguiré pensando en lo que decía Calderón de la Barca “Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar”.
Y así, estuve esperando a un amigo…





Vividor empedernido & Cia. 

jueves, 20 de marzo de 2014

El Juego del Orgullo


En la Edad Media, algunas bodas duraban hasta tres o cuatro días de festejos, música y vino. Algunos pensaríamos que, menuda gozada, cuatro días enteros bebiendo como si no hubiese mañana, o mejor dicho, sabiendo que mañana haré lo mismo que hoy... Pero pensándolo bien, el otro día tuve una pedida de mano (ojo al término), de la que aún me sigo reponiendo. Como bien habréis supuesto, la pedida, suele ir seguida (salvo fuga de alguna de las partes) de una boda a los pocos meses.


De echo, las pedidas en sí mismas están, en mi humilde opinión cargadas de sentido simbólico más que de otra cosa. Para un invitado ordinario solo varían ciertos pequeños detalles en comparación con una boda;
-       La ausencia de Vals
-       un poco menos de gente
-       una “recena” menor o inexistente
-       El echo de que los novios sigan siendo novios y no marido y mujer.

Por lo que parece ser un balance bastante positivo siempre y cuando no falten los detalles claves que no pueden faltar en ninguna boda y/o pedida, como podrían ser ; el camarero de aquella adorada barra que al principio de la noche es un encantador desconocido y al final puede ser tu mejor amigo o tu peor enemigo, la prima desconocida cuya procedencia nadie conoce que además suele ser hermana del primero con la corbata a modo de cinta del pelo o el típico tío que se cree mas joven que aquellos de su edad y fuerza hasta la hora que le echan por quedarse dormido en una silla (en cuyo caso suele ser mi padre). Es decir que lo esencial de la boda esta ahí, pero además ofrece el consuelo de que si la pedida fue divertida la boda lo será seguramente, ¡más y mejor!

Pero si les escribo esto, no es para contarles todos los detalles de dicha pedida (Dios me libre), sino para comprender como tanto evento familiar y tanta unión entre personas conocidas de por vida, me ha hecho reflexionar sobre una cosa, y esa es el nuevo Juego del Orgullo entre hombres y mujeres del mundo en el que vivimos y esta causando tanto mal a todos aquellos que creemos en el clasicismo de la seducción.

Últimamente he estado leyendo muchos posts e historias sobre chicos que dicen como les gustan las mujeres y chicas que dicen como tienen que ser los hombres para ellas. Yo tengo mi propia teoría, y tengo claro que esperé demasiado para nacer, estoy casi seguro que dos siglos antes lo hubiese tenido mucho mas fácil.  

He denotado que a partir de cierta edad, a las niñas ya no se les conquista con algún detalle romántico, algún papelito en clase o el envío de alguno amigo cual paloma mensajera. Eso les hacia reír, y hoy les parece empalagoso y les llama la atención pero con el efecto inverso y derivando en dos posibles opciones; marcarte una cruz de por vida como el “tío pesado”, lo que entre nosotros no es tan grave (hay más peces en el rio), o estar condenado a la llamada “Friendzone” de la que pocos consiguieron salir.  El Gran Gabriel García Márquez decía “ La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca, lo podrás tener ”, lo que me parece la forma más elegante de describir esa zona al otro lado del abismo.

Por muy alucinante y perverso que parezca, cuanto menos la escuches y menos caso le hagas, a más conclusiones complicadas, retorcidas y surrealistas llegará ella sola o acompañada de cinco como ella; cuanto más complejas e incomprensibles sean esas conclusiones mayor lío tendrá en la cabeza, y esa es ¡NUESTRA ZONA DE CONFORT!, en la que NOSOTROS y NUESTRO orgullo controlamos la situación. La verdad, es que a mí eso se me da fatal pero empiezo a aprender del más grande. El maestro James Dean, nos enseña como no hacer caso sin caer en la bordería desagradable que tan poco triunfa.

     Pero no os creáis que esto es fácil, ellas lo hacen muy bien e igual que caen en nuestra zona de confort, nosotros, y podemos reconocerlo todos, también nos “comemos el tarro”. Es cierto que no nos exponemos tanto, y cuando nos pasa no nos reunimos en conclave durante 5 días para hablar de ello. Somos más practicos y lo arreglamos directamente. Donde esté es buen partido de Champions con Heineken en mano... y a poder ser en calzoncillos. Pero si ella sabe hacerlo bien, es buena en este juego y lo hará muy bien hasta destrozarnos la última neurona que quede viva y no esté pensando en ella. Me atrevería incluso a decir, que ellas son mejores. Ellas saben donde te duele, y si en ese día no estáis bien, hará lo posible para que os encontréis por “pura casualidad” pero ella siempre, bien acompañada, aunque sea algún lacayo de su “Friendzone”. Y es que ellas son así, y por eso nos gustan, y lo sabemos.


Lo que me molesta y llevo años preguntándome es, ¿ porque a las niñas buenas les gustan los chicos malos? ¿Porque ya no basta con acompañarlas a su casa, o porque el invitar a un copa mano a mano (no porqué sí) es de “pagafantas”? ¿Por qué no les gusta que seamos caballeros? ¿Que fue de los paseos por el parque soñando con París? ¿Qué fue de aquella canción que era, “nuestra canción”, o del disfrutar de una buena cena aunque hubiese velas iluminando aquel restaurante perdido por las calles del centro?¿Que fue del siglo XX, y del XIX…? Desde luego, Audrey sabía lo que era aquello.

           
Por favor, no caigamos en eso, no dejemos escapar la magia del cortejo, nos dejemos nunca de tirar los trastos, de meter fichas a diestro y siniestro, no dejemos nunca de “seducir para lograr” Guy de Maupassant en Bel-ami.


Vividor Empedernido & Cia.