"La
gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido
responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una
mujer?" Sigmund Freud
Con estas
palabras, el padre del psicoanálisis, resume a la perfección el acertijo con el
que vive y muere todo hombre que se precie. “¿Qué quiere una mujer?” tengo la
impresión de que nunca lo sabremos con absoluta certeza. Ellas darán pistas,
nos acercaremos, nos convenceremos de que hemos acertado… pero nunca lo
sabremos a ciencia cierta.
Ya sean rubias, morenas, castañas o pelirrojas. Tengan los ojos del color que lo tengan, sean flacas, atléticas, finas, rellenas o gordas, da igual, ellas son así. Un día quieren una cosa, y al otro lo contrario. Un día buscan a su hombre y al otro prefieren estar solas. Supongo que eso es lo que tienen y eso es lo que nos hace enloquecer.No me considero nada experto en la materia y por eso estoy dispuesto a indagar. Seguramente me pase toda la vida indagando y como Freud, nunca llegue a una conclusión certera, o no hacemos todos eso? Que tendrán ellas que nos hacen ser tan estúpidos, o diría mejor, tan “bobos”. Que tendrán ellas, que nos hacen hacer las mayores locuras, y nos llevan a carcomernos la cabeza simplemente para saber que quieren.
Groucho Marx, decía: “Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer… y detrás esta su esposa” y es que por mucho que nos duela en nuestro ego particular de Machomen, que sería de nosotros sin ellas? En un principio, la vida sería muchísimo mas sencilla. Pero, ¿valdría la pena? No habría grandes hombres – según G. Marx – y para que engañarnos, por muy aficionados que seamos al futbol y a la cerveza, creo que deberíamos alimentar por muy poco que sea, el intelecto, o por lo menos darle uso a esa cabeza que Dios nos dio, para poder pensar “¿que querrán?”, ahora que lo pienso, no se si agradecérselo. Pero, ¿qué tendrán?
¿Que tendrán los momentos que pasamos con ellas, para que sean memorables, que nos lleven a querer repetir? ¿De que hablaremos para que sea el tiempo y no la voluntad quien finalice las eternas conversaciones por muy banal que sea el tema de conversación? ¿Qué tendrán, para que el sorbo de esa cerveza sepa distinto estando con Ella, que estando con tus colegas (aunque no sabría decir cual sabe mejor)?¿Que tendrán que hasta Hank Moody, vivirá toda su vida obcecado en aquella mujer que tuvo y nunca tendrá? ¿Qué tendrán para que nos gusten tanto, y las repudiemos tanto cuando nos llaman “amigo”? Cuando según Sabina: “la amistad es amor en grado sumo”, yo, ahí lo dejo…
Te dirán que lo hiciste bien, que acertaste. Te sonreirán y te enamoraran. Te llamaran, te susurraran y te divertirán. Te darán la mejor mañana de sábado y la peor. La mejor noche de Domingo y la peor. Te volverán loco hasta que no dejes de pensar en ningún momento en Ella, o en Ellas… Harán que sin querer vayas cambiando, y te moldearan a su manera como barro que esculpes en preescolar. Te sentirás feliz, alegre; incluso más de lo que eras cuando eras libre y no dependías de nadie, probablemente mucho mas. Pero nunca sabrás lo que realmente quieren. Te quedarás con el premio de haberlas sacado de su día a día,de su vida repetitiva en la que ellas decidían, de su ZONA DE CONFORT y te quedarás con el consuelo de que te haya elegido a ti y no a otro, pero nunca sabrás si es lo que quieren, esperemos que si…
Hoy
he estado esperando a un amigo durante aproximadamente cuarenta minutos, luego
me he fijado y han sido diez pero me han parecido cuarenta y he pensado en lo
contrario.
El
otro día, volví a quedar después de mucho tiempo, con viejos amigos del
colegio, todos europeos. Hago el inciso sobre el echo de que sean europeos por
lo siguiente. Como buenos europeos, quedamos a cenar sobre las ocho y media-
vamos, casi se me junta con la merienda- naturalmente, a las 20:34 ya me
estaban mandando mensajes preguntándome que donde estaba. No pensaban que me
habría ocurrido nada, simplemente, son europeos… Yo como buen español, llegué a
eso de las nueve y cuarto como quien dice nueve y media. De ninguna manera pudo
faltar mi mensaje de “estoy de camino” recién
salido de la ducha y el reloj apuntando a las nueve.
El
caso es que en una cena de ocho, diez amigos que llevan tiempo sin verse el
retraso no tiene mayor incidencia ya que no se queda una persona esperando sola
y el entusiasmo y alegría que supone el volver a verse después de tanto tiempo
supera de largo el momento incomodo de decir “perdón, llego tarde” como si nadie se hubiese dado cuenta. Pero cuando
a uno le toca esperar sólo, siempre tiene que estar haciendo ALGO. Por ALGO me
refiero, a fumarse un cigarro después de otro, o inventarse conversación
telefónicas y por mensajes como si fuese algo malo el estar esperando, como si
perdiésemos cierta dignidad por estar esperando, y es que creo que se ha
perdido la elegancia del que espera.
Pensándolo bien, deberíamos
aprovechar esos momentos de tranquilidad, de estar solos poder pensar en
estudios, en trabajo, en chicas o en chicos, pensemos en una película en un
libro, en una noche pasada o en una noche que esta por venir, pensemos en ella
o en ellas, y no dejemos nunca de hacerlo o simplemente, no pensemos en nada y
“abramos la nothing box” (no lo
intentéis, vosotras mujeres, sois incapaces de no pensar en nada como lo
demuestra Mark Gungor)
Disfrutemos
pues, de las vistas, del sol o de la lluvia, de la primera y ultima calada de
ese cigarrillo, del primer sorbo de una cerveza o del ultimo hielo de una copa.
Disfrutemos solos de esos momentos que solo nosotros podemos disfrutar. Hasta
que entonces, aparezca esa persona a la estaba esperando pero yo por dentro
seguiré pensando en lo que decía Calderón de la Barca “Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar”.
En la Edad Media, algunas bodas duraban hasta tres o cuatro días de
festejos, música y vino. Algunos pensaríamos que, menuda gozada, cuatro días
enteros bebiendo como si no hubiese mañana, o mejor dicho, sabiendo que mañana
haré lo mismo que hoy... Pero pensándolo bien, el otro día tuve una pedida
de mano (ojo al término),
de la que aún me sigo reponiendo. Como bien habréis supuesto, la pedida, suele
ir seguida (salvo fuga de alguna de las partes) de una boda a los pocos meses.
De echo, las pedidas en sí mismas están, en mi humilde opinión cargadas de
sentido simbólico más que de otra cosa. Para un invitado ordinario solo varían
ciertos pequeños detalles en comparación con una boda;
-La ausencia de
Vals
-un poco menos
de gente
-una “recena”
menor o inexistente
-El echo de que
los novios sigan siendo novios y no marido y mujer.
Por lo que parece ser un balance bastante positivo siempre y cuando no
falten los detalles claves que no pueden faltar en ninguna boda y/o pedida,
como podrían ser ; el camarero de aquella adorada barra que al principio de la
noche es un encantador desconocido y al final puede ser tu mejor amigo o tu
peor enemigo, la prima desconocida cuya procedencia nadie conoce que además
suele ser hermana del primero con la corbata a modo de cinta del pelo o el
típico tío que se cree mas joven que aquellos de su edad y fuerza hasta la hora
que le echan por quedarse dormido en una silla (en cuyo caso suele ser mi
padre). Es decir que lo esencial de la boda esta ahí, pero además ofrece el
consuelo de que si la pedida fue divertida la boda lo será seguramente, ¡más y mejor!
Pero si les escribo esto, no es para contarles todos los detalles de dicha
pedida (Dios me libre), sino para comprender como tanto evento familiar y tanta
unión entre personas conocidas de por vida, me ha hecho reflexionar sobre una
cosa, y esa es el nuevo Juego del Orgullo entre hombres y mujeres del mundo en
el que vivimos y esta causando tanto mal a todos aquellos que creemos en el
clasicismo de la seducción.
Últimamente he estado leyendo muchos posts e historias sobre chicos que
dicen como les gustan las mujeres y chicas que dicen como tienen que ser los
hombres para ellas. Yo tengo mi propia teoría, y tengo claro que esperé
demasiado para nacer, estoy casi seguro que dos siglos antes lo hubiese tenido
mucho mas fácil.
He denotado que a partir de cierta edad, a las niñas ya no se les conquista
con algún detalle romántico, algún papelito en clase o el envío de alguno amigo
cual paloma mensajera. Eso les hacia reír, y hoy les parece empalagoso y les
llama la atención pero con el efecto inverso y derivando en dos posibles
opciones; marcarte una cruz de por vida como el “tío pesado”, lo que entre
nosotros no es tan grave (hay más peces en el rio), o estar condenado a la
llamada “Friendzone” de la que pocos consiguieron salir. El Gran Gabriel García Márquez decía “ La peor forma de extrañar a alguien es estar
sentado a su lado y saber que nunca, lo podrás tener ”, lo que me parece la
forma más elegante de describir esa zona al otro lado del abismo.
Por muy alucinante y perverso que parezca, cuanto menos la escuches y menos
caso le hagas, a más conclusiones complicadas, retorcidas y surrealistas
llegará ella sola o acompañada de cinco como ella; cuanto más complejas e
incomprensibles sean esas conclusiones mayor lío tendrá en la cabeza, y esa es ¡NUESTRA
ZONA DE CONFORT!, en la que NOSOTROS y NUESTRO orgullo controlamos la
situación. La verdad, es que a mí eso se me da fatal pero empiezo a aprender
del más grande. El maestro James Dean, nos enseña como no hacer caso sin caer
en la bordería desagradable que tan
poco triunfa.
Pero no os creáis que esto es fácil, ellas lo hacen muy bien e igual que
caen en nuestra zona de confort, nosotros, y podemos reconocerlo todos, también
nos “comemos el tarro”. Es cierto que no nos exponemos tanto, y cuando nos pasa no nos
reunimos en conclave durante 5 días para hablar de ello. Somos más practicos y
lo arreglamos directamente. Donde esté es buen partido de Champions con Heineken en
mano... y a poder ser en calzoncillos. Pero si ella sabe hacerlo bien, es
buena en este juego y lo hará muy bien hasta destrozarnos la última neurona que
quede viva y no esté pensando en ella. Me atrevería incluso a decir, que ellas
son mejores. Ellas saben donde te duele, y si en ese día no estáis bien, hará
lo posible para que os encontréis por “pura casualidad” pero ella siempre, bien
acompañada, aunque sea algún lacayo de su “Friendzone”. Y es que ellas son así,
y por eso nos gustan, y lo sabemos.
Lo que me molesta y llevo años preguntándome es, ¿ porque a las niñas
buenas les gustan los chicos malos? ¿Porque ya no basta con acompañarlas a su
casa, o porque el invitar a un copa mano a mano (no porqué sí) es de
“pagafantas”? ¿Por qué no les gusta que seamos caballeros? ¿Que fue de los
paseos por el parque soñando con París? ¿Qué fue de aquella canción que era, “nuestra
canción”, o del disfrutar de una buena cena aunque hubiese velas iluminando aquel
restaurante perdido por las calles del centro?¿Que fue del siglo XX, y del XIX…? Desde luego, Audrey sabía lo que era aquello.
Por favor, no caigamos en eso, no dejemos escapar la magia del cortejo, nos
dejemos nunca de tirar los trastos, de meter fichas a diestro y siniestro, no
dejemos nunca de “seducir para lograr”Guy
de Maupassant en Bel-ami.