M de Memorias.
Yo escribo con ganas. Con ganas de desatarme. Llevo tiempo
sin hacerlo y la verdad, lo echaba de menos. He intentado forzarme, y han
intentado forzarme pero sin éxito. Uno no puede forzarse a escribir, ¿o
sí? Si es el caso, el que lo consiga que
me enseñe como hacerlo.
La verdad es que de repente, me han entrado ganas, no se si
serán las fechas que se aproximan, o el encuentro de nuevo con mi familia, o un
acontecimiento especial que se aproxima con una persona especial.
En realidad lo se perfectamente, pero siempre nos gusta
ponernos excusas y pensar que alguna razón buena hay para hacer o no hacer
algo. Y sino ¿cuantas veces hemos dejado de estudiar para irnos a dormir y
“estar mas descansados” al día siguiente? ¿Cuántas veces hemos encontrado algo,
aunque sea un mísero cacahuete, para tener algo con que mojar la penúltima copa
(nunca es la ultima) y así pensar que no vamos a dar positivo al soplar el
alcoholímetro? Siempre encontramos excusas para todo, y para lo que queramos.
Que si queremos salir, alguna excusa buena habrá para ir a dar una vuelta y
volver tras una Noche de Conversión a
las 7 de la mañana con el pan bajo el brazo.
Pues efectivamente, se de donde vienen las ganas de
escribir, y cualquier excusa es buena para regalar unas líneas a esa persona
especial que incita a adentrarse en el Vietnam Sentimental. Y es que esa persona la hemos tenido todos. Esa persona, es
conocida desde muy pequeños, podía ser tu sombra (o tu la suya) durante uno o
dos meses y luego no volver a saber nada durante los demás 10 u 11 meses
siguientes pero al año siguiente, en la misma temporada estival, bastaba con
una tarde para ponerse al día y otra vez uña y carne durante otro mes, o uña y
mugre como dicen en México, siendo ella la uña, claro.
Poco o poco y según pasan los años, vas valorando más a esa
persona, y tampoco es que tenga 70 años, pero de lo poco que se de la vida, ese
ser, representa mucho.
Por esta razón, o con esta excusa, me permito contarles
sobre M.
Probablemente, se sientan identificados, les permitiré pues
que les pasen este escrito a quien quieran, si en algo les ayuda.
Conocí a M, antes de tener uso de razón, y si lo tenia no lo
ponía en practica porque no seria capaz de darles ni un solo detalle de ese
encuentro. Se convirtió en costumbre vernos, un mes al año, y cada año
demostrando valer más y más, por
supuesto, quedándome yo atrás, y sin poder remediarlo. El lugar donde nos
veíamos se caracterizaba por sus Vista Hermosas, o eso dicen. Y el plan, era el
típico plan de serie española de los 80, para entretener a niños delante de la
televisión el domingo por la tarde. ¿También ve a unos niños en bicicleta
verdad? Pues esos éramos nosotros. Siempre contentos, sonriendo y disfrutando
sin saberlo de cosas como la playa, el mar, el guitarreo (le encanta el
guitarreo, por eso creo que a mi también)…
Tras esos veranos, coincidimos en otros sitios, otras
situaciones. Se me hacia raro verla con abrigo. Hasta que hubo un año, en el
que después de esos meses, aterrizamos en la misma ciudad, en principio, para
quedarnos. No nos veíamos tanto como me habría gustado, pero ya era mas que
antes. Tampoco pasaba nada, yo pensaba que siempre la tendría ahí, y que cuando
quisiese la podría tener… ¡Que iluso!
Continuará…
Vividor Empedernido.-